La terapia con láser de baja intensidad (LLLT) y la fotobiomodulación (PBM) son tratamientos no invasivos cada vez más populares en fisioterapia, medicina deportiva y rehabilitación. Una pregunta frecuente sobre su uso es si causan calor significativo en la piel. Comprender los efectos térmicos de los láseres terapéuticos es importante para garantizar la seguridad y optimizar los resultados del tratamiento. Este artículo revisa y explica los hallazgos de tres importantes estudios que examinaron los efectos de los láseres terapéuticos en diferentes longitudes de onda y configuraciones sobre la temperatura de la piel humana. Estos estudios utilizaron láseres y LED en longitudes de onda como 635 nm, 808 nm, 810 nm y 904 nm. Cada estudio investigó cómo estas fuentes de luz influyen en la temperatura de la piel y si el tratamiento causa algún efecto de calentamiento perjudicial.
Efectos de los láseres de 810 y 904 nm en la piel humana (Joensen et al., 2011)
Joensen y sus colegas (2011) estudiaron cómo los láseres terapéuticos de 810 nm (onda continua) y 904 nm (superpulsado) afectan la temperatura de la piel humana. Su investigación incluyó voluntarios sanos expuestos a tratamiento láser en el antebrazo. El estudio reveló que el láser de 810 nm aumentó la temperatura de la piel en aproximadamente 2,1 °C al utilizarse con onda continua. Este aumento se consideró leve y seguro, pero perceptible. En cambio, el láser superpulsado de 904 nm provocó un aumento de temperatura de tan solo 0,3 °C, prácticamente insignificante.
La diferencia en los efectos térmicos se debe principalmente a la forma en que se administra la energía. Los láseres de onda continua emiten un haz de energía constante que puede calentar la piel gradualmente. Los láseres superpulsados, por otro lado, proporcionan una alta potencia pico en pulsos muy cortos con una potencia promedio baja, lo que permite que la piel se enfríe entre pulsos. Esto reduce el efecto de calentamiento general.
Cabe destacar que Joensen et al. concluyeron que ambos tipos de láser son seguros para uso humano, con un riesgo mínimo de sobrecalentamiento o quemaduras si se utilizan correctamente. Sus hallazgos respaldan el uso de láseres terapéuticos en entornos clínicos, especialmente al considerar el equilibrio entre los efectos terapéuticos y la comodidad del paciente.
Efectos térmicos de la terapia combinada de láser y LED (Grandinetti et al., 2015)
Grandinétti y sus colegas (2015) exploraron cómo la combinación de láseres superpulsados (904 nm) con LED rojos (640 nm) e infrarrojos (875 nm) afecta la temperatura de la piel. Este tipo de combinación se utiliza a menudo en dispositivos de fototerapia clínica. Los investigadores descubrieron que, durante una aplicación de 300 segundos, el aumento máximo de la temperatura de la piel fue de aproximadamente 3,0 °C. Este aumento se mantuvo dentro de los límites seguros y no causó molestias.
Al igual que Joensen et al., destacaron que los láseres superpulsados causan un calentamiento mínimo. Sin embargo, la adición de LED, especialmente los de luz roja e infrarroja continua, contribuyó al aumento general de la temperatura. Los componentes LED emiten luz continua o casi continua, lo que genera un calentamiento ligeramente mayor que el de los láseres pulsados solos.
A pesar de ello, el estudio demostró que los participantes toleraron bien el impacto térmico de la terapia combinada. La temperatura se mantuvo muy por debajo de los niveles peligrosos (por debajo de 41 °C), y los investigadores confirmaron que estos dispositivos pueden utilizarse de forma segura en tratamientos habituales sin causar lesiones térmicas.
Influencia del color de la piel y el grosor del tejido en los efectos térmicos (Souza-Barros et al., 2018)
Souza-Barros y sus colegas (2018) estudiaron cómo el color de la piel y el grosor del tejido afectan la interacción de los láseres terapéuticos de 635 nm (rojo) y 808 nm (infrarrojo) con la piel. Descubrieron que la piel con mayor melanina (tipos de piel más oscuros) absorbía más luz y, por lo tanto, mostraba un aumento ligeramente mayor de la temperatura cutánea. El mayor grosor del tejido cutáneo también influyó en la cantidad de luz penetrada, pero la influencia en la temperatura fue menos significativa.
El aumento de temperatura durante la exposición fue relativamente bajo en todos los tipos de piel, lo que demuestra que ambas longitudes de onda son seguras en diversas poblaciones. Sin embargo, el estudio sugiere que los profesionales sanitarios podrían tener que considerar las diferencias individuales, como el color de la piel y el grosor del tejido, al ajustar los parámetros del tratamiento para garantizar la comodidad y la seguridad.
Su estudio también midió la cantidad de luz transmitida y reflejada. Si bien estas propiedades físicas variaron según el tipo y grosor de la piel, los efectos térmicos se mantuvieron dentro de niveles seguros. Esto respalda la seguridad general de la terapia láser de baja intensidad, incluso en personas con piel más oscura o con diferentes estructuras tisulares.
Conclusión
En conjunto, estos estudios demuestran que los láseres terapéuticos, incluso al utilizarse con fuentes de luz continuas o combinadas, no causan un calentamiento peligroso de la piel. Los láseres de onda continua, como el de 810 nm, pueden producir un calor moderado, mientras que los láseres superpulsados, como el de 904 nm, causan un efecto térmico mínimo o nulo. Añadir LED infrarrojos y rojos puede aumentar ligeramente la temperatura de la piel, pero este aumento resulta seguro y cómodo para la mayoría de los usuarios. El color y el grosor de la piel pueden afectar ligeramente la cantidad de calor generado, pero esto no produce niveles perjudiciales.
Estos hallazgos tranquilizan a médicos y pacientes, afirmando que la terapia láser de baja intensidad, cuando se utiliza correctamente, no solo es eficaz, sino también segura en cuanto al calentamiento de la piel. Se pueden realizar ajustes en la configuración del tratamiento según las características individuales de la piel, pero no existe una barrera térmica sólida para el uso de estas tecnologías en una amplia gama de personas.
Referencias:
Joensen J, Demmink JH, Johnson MI, Iversen VV, Lopes-Martins RÁ, Bjordal JM. (2011). Efectos térmicos de láseres terapéuticos con longitudes de onda de 810 y 904 nm en la piel humana. Photomed Laser Surg. 29(3):145-153. doi:10.1089/pho.2010.2793
Grandinétti Vdos S, Miranda EF, Johnson DS, de Paiva PR, Tomazoni SS, Vanin AA, Albuquerque-Pontes GM, Frigo L, Marcos RL, de Carvalho Pde T, Leal-Junior EC. (2015). El impacto térmico de la fototerapia con láseres superpulsados concurrentes y LED rojos e infrarrojos en la piel humana . Lasers Med Sci. 30(5):1575-1581. doi:10.1007/s10103-015-1755-0
Souza-Barros L, Dhaidan G, Maunula M, Solomon V, Gabison S, Lilge L, Nussbaum EL. (2018). Efectos del color de la piel y el grosor del tejido en la transmitancia, la reflectancia y la temperatura cutánea al utilizar láseres de 635 y 808 nm en terapias de baja intensidad. Lasers Surg Med. 50(4):291-301. doi:10.1002/lsm.22760